Bifo (Franco Berardi) - Cartografiar regiones futuras

Publicado en DeriveApprodi 9-10. Febrero 1996.

Traducción: Emilio Sadier. Buenos Aires, Argentina. Abril 2004.

«Escribir no tiene nada que ver con significar,

sino con medir territorios, cartografiar regiones futuras».

(Deleuze–Guattari, “Rizoma”, Mil Mesetas)

Cartografiar regiones futuras, producir conceptos capaces de explicar el devenir otro, crear constelaciones de signos capaces de dar forma a la proliferante realidad en fuga del significado presente. Este es el mejor modo de definir el sentido de la actividad del filósofo, del poeta, del visionario. En el pensamiento, en el lenguaje, en la creación de formas él elabora mapas de una realidad que no existe todavía.

Los autores de Mil Mesetas han trabajado precisamente de esta manera, y este es el único modo de entender su obra, buscando y desenredando los signos de un devenir, de otro mundo que todavía no se ha formado, pero que desde hace tiempo presiona, deformando dolorosamente los confines de lo conocido.

Por esto el pensamiento de Deleuze y Guattari es el pensamiento del siglo futuro. No porque se trata de utopía ni de prefiguración ni de futurología, nada de eso. Lo que han hecho ha sido más bien experimentar concatenaciones semióticas capaces de dar forma a lo que no es aún consciente, a lo que no existe todavía, pero presiona a lo existente. Experimentar conceptos que instituyan planos de consistencia, planos de transitabilidad, planos de mundo.

¿Cómo trabajaremos sobre el pensamiento de dos amigos desaparecidos y tan presentes, sobre el pensamiento de Gilles Deleuze y Félix Guattari?

El pensamiento de Gilles y Félix nace de la ruptura del ’68, flanquea políticamente, existencialmente y filosóficamente la historia de los movimientos, pero no tiene nada que hacer con los intentos de reactualización de las ideologías que han acompañado la historia de las revoluciones del siglo XX.

El pensamiento de Gilles y Félix es por esencia anti–dialéctico, problematiza la dimensión histórica desde el punto de vista de la proliferación rizomática de líneas de fuga que rebasan la historia misma. En este sentido el pensamiento de Gilles y Félix es extraño a la tesitura ideológica del siglo XX, y es una anticipación del mundo futuro, del mundo estructurado en torno a las tecnologías no mecánicas, conceptualizado en forma no secuencial sino simultánea.

Por eso un trabajo sobre el pensamiento de Gilles y Félix es el mejor modo de ejercitar nuestra imaginación filosófica en la perspectiva del siglo XXI.

Pero ¿cómo se trabaja sobre el pensamiento de Gilles y Félix?

El pensamiento Deleuze–Guattari no es laberíntico, sino rizomático y de múltiples planos. El laberinto se despliega sobre un espacio de un solo plano, en el laberinto se sigue una calle que no conduce a ninguna parte, pero se ponen los pies sobre una tierra cierta. La relación entre lo alto y lo bajo está garantizada, por lo menos. El plano del laberinto no es atravesado por algún otro plano. Por eso no podemos huir. No existen líneas de fuga sobre un territorio de un solo plano.

El territorio que llamamos Deleuze–Guattari no es laberíntico, porque es un territorio de múltiples planos, esto es, que en el fondo no es un territorio. Caminás por las calles de un laberinto pero en un momento dado estás caminando en otro. Como ocurre en las obras de Escher.

Por ejemplo, el lenguaje.

Podríamos decir que el lenguaje funciona como un laberinto: entrás en el juego en el que cada signo reenvía a un significado, y cada significado a su vez es signo de otro significado, y el juego de los reenvíos puede durar indefinidamente, no existe jamás modo de pararlo en ninguna parte. Una concepción estructuralista no nos dice jamás cómo se produce sentido, cómo es posible que las cosas se muevan verdaderamente, a través del lenguaje. Si cada signo reenvía a un significado que es signo de otros significados y así hasta el infinito, ¿cómo es posible que puedo decir “corramos”, y que la gente que está conmigo verdaderamente corre?

Así son las cosas: el lenguaje no es en absoluto un sistema que funciona según correspondencias biunívocas, reenvíos en un solo plano, el lenguaje tiene una afuera que en un cierto punto deviene adentro, el lenguaje envía también a su ambiente, al cuerpo, al antes y al después, al imaginario y a la espera, al deseo. La producción lingüística de sentido se vuelve posible por lo que está afuera, por el hecho que el lenguaje se cruza y se concatena y prolifera con otros planos. No podremos tratar de describir los variados planos separadamente, ya que funcionan sólo de manera interactiva.

Cuando dos polemizan solemos pensar que uno de los dos está equivocado y el otro tiene razón, que existe una contienda entre lo verdadero y lo falso. Así comienza la dialéctica, así comienza la guerra. El sentido, el consenso, el sin–sentido, el error; no se trata de esto, no se trata de oposición entre verdadero y no verdadero. Se trata de líneas de fuga sobre otros planos del sentido; cuando dos polemizan, no se puede decir «esto es verdadero, esto es falso», o al menos no es esta la razón por la cual aquellos polemizan. Polemizan porque están sobre dos planos no adyacentes, porque no están sobre el mismo plano de sentido, porque uno camina en un laberinto diferente de aquel en el que camina el otro, porque los dos laberintos se cruzan en una línea que permite la fuga hacia el otro plano, pero en el resto no encajan.

El rizoma es la dimensión de intersección reticular de planos que se cruzan sin superponerse.

Para hablar del método, tengamos presente la frase que se lee en Diferencia y repetición: «No se trata de oponer a la imagen dogmática del pensamiento otra imagen, tomada, por ejemplo, de la esquizofrenia. Sino más bien de recordar que la esquizofrenia no es sólo un hecho humano, también es una posibilidad del pensamiento que sólo se revela como tal en la abolición de la imagen» (G. Deleuze, Diferencia y repetición, p.227). La esquizofrenia es un plano del discurso que cruza el plano sobre el que nos encontramos –es una línea de fuga del plano del discurso que nos introduce a otras aventuras del sentido.

  1. Esta es también la razón por la cual me parece tan difícil, tan imposible escribir el libro en el cual hace tanto tiempo estoy trabajando, el libro sobre Gilles y Félix, porque cada vez que intento escribir alguna cosa sistemática sobre el pensamiento Deleuze–Guattari me doy cuenta que el centro de este pensamiento se desplaza.

El pensamiento Deleuze–Guattari no habla de semiología, no habla de semiótica, habla de semiotización. Es un concepto con el cual no están muy de acuerdo los semiólogos ortodoxos, es más, es precisamente un concepto que pone en cuestión la pretensión descriptiva del pensamiento semiológico ortodoxo. La semiotización es la actividad que atribuye un sentido a los objetos del mundo, que los proyecta en cuanto dotados de un sentido, de un sentido esquizo, esto es, de un sentido que cambia siguiendo el recorrido mismo del enunciador.

El pensamiento Deleuze–Guattari se podría sintetizar desde el siguiente punto de vista: la semiotización en lugar de la interpretación.

La interpretación lleva a la psicogénesis a una estructura universal y normativa del Yo. La interpretación presupone un significado histórico que se realiza a través de los gestos. La interpretación implica una linealidad del texto, es una relación directa y reconstruible entre la intención del enunciador y el funcionamiento de la enunciación. Pero todo esto podríamos abandonarlo, y sacaríamos muchas ventajas.

La psicogénesis nos aparecerá entonces en su singularidad irreductible, como proceso de semiotización del mundo de parte de un organismo deseante. El acontecimiento nos aparecerá entonces en su singularidad irreductible a toda síntesis histórica; y la “Historia” aparecerá como el punto de cruce inestable entre innumerables acontecimientos de semiotización. El texto nos aparecerá entonces como un mecanismo capaz de funcionar de modos diferentes según el tejido hipertextual en el cual lo leamos, como un flujo de semiotización discursiva.

Los conceptos no son modalidades de reproducción o de apropiación de la realidad, sino que son arneses que nos permiten trabajar la realidad, “maquinarla”, esto es, proyectarla (el verbo “maquinar” en mi opinión significa frecuentemente proyectar, colocar en ser a través de una manipulación conceptual).

Llegaría casi a decir que el concepto de semiotización es central en el pensamiento Deleuze–Guattari.

Pero ¿cómo se podría hablar de centralidad cuando nos ocupa el pensamiento rizomático?

He aquí por qué encuentro una dificultad tan grande cuando busco ser sistemático en el tratar el pensamiento de Deleuze–Guattari. He aquí por qué no consigo escribir el libro que me propongo sobre el pensamiento Deleuze–Guattari. Porque cada sistematización traiciona y de cualquier modo comprime la forma, el sentido, la gestualidad misma de aquel pensamiento.

Probablemente se trata de trabajar en torno al pensamiento rizomático de Deleuze–Guattari en una forma como la del hipertexto, es decir, la de un rizoma textual que se configure al mismo tiempo como rizoma de existencial, como rizoma comunicativo, como rizoma tecnológico y creativo. Se trata de un programa de trabajo que propongo a todos aquellos que estén interesados en cartografiar las regiones futuras siguiendo el mapa de los libros escritos por Gilles y Félix y no sólo los libros, sino también las entrevistas, las imágenes, las películas, los encuentros, los testimonios, las apelaciones, las acciones.